POEMA DOBLE DEL LAGO EDEM
Nuestro ganado pace, el viento espira
Garcilaso
Era mi voz antigua
ignorante de los densos jugos amargos.
La adivino lamiendo mis pies
bajo los frágiles helechos mojados.
¡Ay voz antigua de mi amor,
ay voz de mi verdad,
ay voz de mi abierto costado,
cuando todas las rosas manaban de mi lengua
y el césped no conocía la impasible dentadura del caballo!
Estás aquí bebiendo mi sangre,
bebiendo mi humor de niño pesado,
mientras mis ojos se quiebran en el viento
con el aluminio y las voces de los borrachos.
Déjame pasar la puerta
donde Eva come hormigas
y Adán fecunda peces deslumbrados.
Déjame pasar, hombrecillo de los cuernos,
al bosque de los desperezosy los alegrísimos saltos.
Yo sé el uso más secreto
que tiene un viejo alfiler oxidado
y sé del horror de unos ojos despiertos
sobre la superficie concreta del plato.
Pero no quiero mundo ni sueño, voz divina,
quiero mi libertad, mi amor humano
en el rincón más oscuro de la brisa que nadie quiera.
¡Mi amor humano!
Esos perros marinos se persiguen
y el viento acecha troncos descuidados.
¡Oh voz antigua, quema con tu lengua
esta voz de hojalata y de talco!
Quiero llorar porque me da la gana
como lloran los niños del último banco,
porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que sonda las cosas del otro lado.
Quiero llorar diciendo mi nombre,
rosa, niño y abeto a la orilla de este lago,
para decir mi verdad de hombre de sangre
matando en mí la burla y la sugestión del vocablo.
No, no, yo no pregunto, yo deseo,
voz mía libertada que me lames las manos.
En el laberinto de biombos es mi desnudo el que recibe
la luna de castigo y el reloj encenizado.
Así hablaba yo.
Así hablaba yo cuando Saturno detuvo los trenes
y la bruma y el Sueño y la Muerte me estaban buscando.
Me estaban buscando
allí donde mugen las vacas que tienen patitas de paje
y allí donde flota mi cuerpo entre los equilibrios contrarios.
(Poema do livro Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca.)
POEMA DUPLO DO LAGO EDEM
Nuestro ganado pace, el viento espira
Garcilaso
Era minha voz antiga
ignorante dos densos sumos amargos.
Eu a adivinho lambendo meus pés
sob as frágeis folhas molhadas.
Ai, voz antiga de meu amor,
ai, voz de minha verdade,
ai, voz de meu flanco aberto,
quando todas as rosas manavam de minha língua
e a céspede não conhecia a impassível dentadura do cavalo!
Está aqui bebendo meu sangue,
bebendo meu humor de menino pesado,
enquanto meus olhos se quebram no vento
com o alumínio e as vozes dos bêbados.
Deixai-me passar pela porta
onde Eva come formigas
e Adão fecunda peixes deslumbrados.
Deixai-me passar, homenzinhos de cornos,
ao bosque do espreguiçar
e dos alegríssimos saltos.
Eu sei o uso mais secreto
que tem um velho alfinete oxidado
e sei do horror de uns olhos despertos
sobre a superfície concreta do prato.
Porém não quero mundo nem sonho, voz divina,
quero minha liberdade, meu amor humano
no canto mais escuro da brisa que ninguém deseje.
Meu amor humano!
Esses cães marinhos se perseguem
e o vento espreita troncos descuidados.
Oh, voz antiga, queima com tua língua
esta voz de folha de Flandres e de talco!
Quero chorar porque tenho vontade
como choram os meninos do último banco,
porque eu não sou um homem, nem um poeta, nem uma folha,
mas um pulso ferido que sonda as coisas do outro lado.
Quero chorar dizendo meu nome,
rosa, menino e abeto à margem deste lago,
para dizer minha verdade de homem de sangue
matando em mim a burla e a sugestão do vocábulo.
Não, não, eu não pergunto, eu desejo,
minha voz libertada que me lambe as mãos.
No labirinto de biombos é minha nudez quem recebe
a lua de castigo e o relógio coberto de cinzas.
Assim eu dizia.
Assim eu dizia quando Saturno deteve os trens
e a bruma e o Sonho e a Morte estavam me buscando.
Estavam me buscando
ali onde mugem as vacas que têm patinhas de pajem
e ali onde flutua meu corpo entre os equilíbrios contrários.
Tradução: Claudio Daniel
Grande poesia, belíssima tradução Claudio, abs
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